lunes, 5 de marzo de 2007

El contrato 2ª parte

Yo solia pasar las tardes en la agradable posada de Ronarik, uno de los establecimientos con mas solera de todo el distrito portuario de Sharn. Sus empanadas de pescado eran famosas en toda la urbe, asi como sus peleas a cuchillo y los sucios tratos que se cerraban tras sus puertas. La posada de Ronarik, o como era mas conocida en el distrito, el Agujero, estaba situada dentro de un antiguo almacen, las aberturas donde antaño entraban las mercancias desde el rio, ahora eran los aseos donde los parroquianos aliviaban sus necesidades. Las historias decian que Ronarik, hombre alto y fornido, de recia constitucion, pelo escaso y aliento de perro, había sido un pirata afamado por toda la costa sureña, e incluso había sido capaz de dar un par de buenos golpes. Ronarik se enorgullecía de esas historias, si bien jamas presentaba una sola prueba de que tales bravuconadas fueran ciertas.

El mobiliario de la Posada apenas si eran media docena de toscas mesas de madera, llenas de muescas y manchas del uso, y unas sillas a juego, que cuando dejabas caer tus posaderas en ellas jurarias que fueran a ceder de un momento a otro. Realmente siempre había pensado que el moderado éxito del Agujero, era gracias a la mujer de Ronarik, la señora Jaelba, cuya cocina era sorprendentemente buena, a pesar de los escasos medios que tenia para prepararla. Mas de mil veces sacie mis tripas con sus famosas parrilladas de carne, si bien eran sabrosas, jamas se me hubiera ocurrido preguntar que tipo de carne en concreto era.

Yo era casi el rey de lugar, todo el mundo me conocia por mi nombre, y no faltaba compadre que cada tarde me invitaba a una jarra bien fria, casi todo el mundo me debia algun tipo de favor. Y es que en un trabajo como el mio, no siempre se cobra con dinero, a veces es mucho mejor que alguien te deba un buen favor, que despues podrias cobrar cuando mas falta te hiciera. En ocasiones se montaba alguna buena bronca, visitantes sin escrupulos y marineros con ganas de usar los puños, se atrevian incluso a mentar a la madre de Ronarik. Ante tal falta de cortesia, yo solia poner paz, bien a puños, bien a estocadas. No es que fuera el encargado de proteger aquel lugar, dudo mucho que nadie quisiera tal puesto, pero mi vida era mejor gracias a aquella Posada, y tenia un camastro gratis siempre que no pudiera pagar un alquiler decente en las malas rachas o cuando caia enfermo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

dejo constancia antes de que me llames de que si me he leido la 2 parte de tu relato y de que si me gusta, aunque espero que no te de por hacerlo muy largo porque me parece mas adecuado la página de plataforma rol para ello ya que alli tendras más público y se te conoce ;P