jueves, 15 de marzo de 2007

El contrato 4ª parte

El largo puente que unia las dos altisimas torres, parecia tan fragil que se diria que era de cristal, aunque en realidad había visto venir y marcharse los siglos. Sharn no es tan solo la ciudad de las torres, es tambien la ciudad de las construcciones imposibles. Es por todos sabido que no se puede crear una urbe como Sharn en ningun otro lugar de todo el Continente, que la maravilla que representa esta ligada a la magia que empapa la misma piedra de estos altos acantilados.

En aquel puente, de piedra blanca finamente trabajada, solia merodear una anciana, ataviada con ropajes chillones y coloridos, mas propios de una dama de alterne que de alguien de su edad. Tenia el pelo tan blanco como la piedra del puente y los ojos tan hundidos en su arrugado rostro, que amenazaban con desaparecer finalmente de su semblante. Pero lo mas remarcable de la cara de aquella anciana, era su nariz, enorme, gigante y casi grotesca, afilada como un cuchillo y curvada malévolamente, como si del pico de un aguila se tratara. Tenia los dedos regordetes y cortos, llenos de anillos de variada procedencia y calidad, que axfisiaban sus venas y daban un tono purpura a sus dedos. Con uno de esos dedos me señalo cuando me vio aparecer. Los dioses la maldigan, no se como me reconoce dia tras dia por mas que cambie mi rostro.

- Oh... mi pequeña y dulce Marcela. – Me dijo la anciana mientras me aproximaba con paso dubitativo- Cada dia mas hermosa, cuando pensaras en buscarte a un buen marido. No se es joven eternamente, mirame a mi por ejemplo. Cuando tenia tu edad me llamaban princesa, hoy he de conformarme con que no me llamen fulana-
- Fulana es lo que pareceis, Señora Agata- Le dije desafiante, pero aquel arrugado rostro era totalmente impasible a mis chanzas- ¿No deberian las ancianitas como vos, rodearse de nietos chillones de mofletes sonrosados, en vez de andar por este barrio tan poco seguro?.
- Marcela, Marcela.... ¿Qué haria yo con esos nietos chillones?- Esbozo media sonrisa- Seguramente les partiria el cuello, tengo tan poca paciencia-

Aquello que me dijo Agata, hablandome sobre su paciencia, tenia claramente doble sentido. Hacia ya bastantantes meses que tenia una deuda con ella, la cifra no superaba las mil piezas de Oro, pero en mi barrio, se mataba a la gente por mucho menos dinero. Comprendi que se impacientaba, asi que era mejor llevar la conversacion hacia temas mas seguros.

- ¿Qué os pareceria si dejaramos de cotorrear?- Le propuse- Vengo buscando trabajo, a decir verdad, ando tan desesperada que aceptaria cualquier cosa.
- Como tu, media Sharn, querida pequeña- Pestañeo rapidamente sus ojos.- Nadie se atreve a mover un dedo, con esa guardia real merodeando por nuestros barrios. El rey se ha empeñado en acabar con el hampa en Sharn, ese gordo deberia dedicarse a sus batallas y dejarnos tranquilos.

Me senti muy decepcionada, había oido historias sobre las patrullas incesantes por las calles, de los arrestos multitudinarios y de los asaltos a tabernas y locales en toda la ciudad. Sharn siempre había sido un lugar maravilloso para vivir si eras un ladron, sobre todo con todos esos ricos mercaderes que vivian en las partes altas de la ciudad, que tenian los bolsillos tan rebosantes de oro. En Sharn tambien se cierran cada dia los tratos mas importantes de todo Breland. Es normal que alguien quiera quedarse con algunas migajas de esos tratos. Pero la guardia Real que había llegado hacia unos meses a la ciudad, era realmente implacable, e insobornable. Habían desmantelado buena parte de los gremios de ladrones de todo el sur de la ciudad. Tan solo en los muelles, quedaban casi intactos los locales y refugios de las bandas de Sharn.

- Aunque....- Se acerco la anciana a mi, acercandose a mi oido como si fuera a revelarme un gran secreto- He oido algunos rumores muy interesantes. Algo sobre cierta antigüedad, que viene directamente de Xen´Drik. Una estatua, con la forma de un Dragon-
- Ese es exactamente del tipo de rumores que me gustan Agata- Sonrei de oreja a oreja, intuyendo que finalmente si tendria trabajo para mi- ¿Podeis contarme algo mas?
- Oh...no, si te contara mas, pequeña- Me agarro de uno de mis mofletes, yo mantuve la sonrisa estoicamente mientras soportaba el pellizco- Podrias ir a cogerlo sin la bendicion de tu tia Agata, y eso Marcela, te traeria muchos problemas, créeme.
- Agata, yo podria recogerlo para vos, con vuestra bendicion- Forcé aun mas la sonrisa, mientras notaba como dejaba de sentir poco a poco la mejilla apresada por esos dedos anillados- Sabeis que soy de fiar, y que he realizado trabajos muy arriesgados en el pasado.

La anciana Agata borro durante una fraccion de segundo toda la fachada de vieja matrona a la que me tenia acostumbrada, y me dirigio una mirada que me helo la sangre. Me miro con sus verdaderos ojos, tan frios y despiadados como el invierno Karrnio. Cada vez me puse mas nerviosa, hasta que aliviada, volvi a obsevar como sus expresion volvio a ser la de siempre.

- Oh... mi pequeña- Me libero finalmente de su “caricia”- No puedo negarte nada. Esta bien. Puedo contarte mas, pero no aquí. Aunque para este trabajo, vas a necesitar ayuda.
- ¿Ayuda?- Yo siempre trabaja sola, excepto en contadas ocasiones, rogué a todos los dioses de la hueste y de todas las demas religiones, a que no pensara lo que creia que estaba pensando.
- Si, necesitaras ayuda. Este trabajo no es como los demas- Sonrio ampliamente, sabiendo lo mucho que detestaba lo que iva a ordenarme- Necesitaras la ayuda de un brazo fuerte y de una espada bien templada. Tan bien templada como la de Caliban, ni mas ni menos.

Caliban. Caliban, el mayor perdedor de toda Sharn, hombre sin cerebro ni educacion, rufian pendenciero, horrible compañero, sucio y cinico bastardo alcoholizado. Esas eran las palabras mas amables que podria usar si alguien me preguntara por Caliban.

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